lunes, 14 de marzo de 2011

Cuando seas vieja


Cuando seas vieja y canosa y somnolienta,

y dormitando junto el fuego, tomes este libro,

y lentamente leas, y sueñes con la dulce belleza

que tus ojos tuvieron antaño, y con sus sombras profundas;



Cuántos amaron tus momentos de alegre donaire,

y amaron tu belleza con amor falso o sincero,

pero sólo un hombre amó en ti tu alma peregrina,

y amó también las tristezas de tu rostro cambiante;



Y cuando inclinada junto al resplandor de los leños,

murmures, con ligera tristeza, de cómo el Amor huyó

y por sobre las montañas

y escondió su rostro entre la multitud de estrellas.

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