Cuando seas vieja y canosa y somnolienta,
y dormitando junto el fuego, tomes este libro,
y lentamente leas, y sueñes con la dulce belleza
que tus ojos tuvieron antaño, y con sus sombras profundas;
Cuántos amaron tus momentos de alegre donaire,
y amaron tu belleza con amor falso o sincero,
pero sólo un hombre amó en ti tu alma peregrina,
y amó también las tristezas de tu rostro cambiante;
Y cuando inclinada junto al resplandor de los leños,
murmures, con ligera tristeza, de cómo el Amor huyó
y por sobre las montañas
y escondió su rostro entre la multitud de estrellas.
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